Mañana la Luna menguante en Virgo pide silencio entre líneas.
Después de semanas de intensidad, su paso trae un tipo distinto de claridad: menos mental, más orgánica. Es esa lucidez que llega cuando dejas de analizar y permites que las cosas se asienten por sí solas.
A la vez, el Sol entra en cuadratura con Júpiter, y todo lo que parecía bajo control se expande de golpe. La mente quiere estructura; el alma quiere horizonte. La exigencia y la fe tiran en direcciones opuestas. Si te notas entre ambas, no intentes forzar un equilibrio inmediato: obsérvalo. Hay sabiduría en esa tensión.
Virgo te invita a cuidar los procesos, a revisar tus rutinas, a dar valor a los gestos mínimos.
Júpiter, en cambio, te recuerda que detrás de cada corrección hay un deseo de crecer, de creer en algo más grande que la propia eficiencia. Cuando uno se exagera, el otro aparece para recordarte el otro extremo. Así, el cielo mantiene su danza perfecta.
Mañana puede ser un buen día para preguntarte qué tipo de claridad estás buscando.
¿La que lo explica todo o la que te permite descansar dentro del misterio?
A veces, entender menos es una forma más profunda de comprender.
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