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El Grial del Tarot

El secreto de Maria Magdalena

mayo 29, 2016

El secreto de Maria Magdalena

¿Era ella una heredera Benjamita destinada a acarrear un linaje sanguíneo sagrado?

Margaret Starbird

Extractado del libro: La mujer con la jarra de alabastro con permiso de Bear& Co.

Traducción: Patricia Sahade13103487_486675338194378_6796294422394135286_n

El cuarto evangelio dice muy claramente que la mujer que ungió a Cristo en Betania era María hermana de Lázaro. El nombre de María Magdalena no se menciona en relación con la escena de la unción sin embargo, según los evangelios, es ella quien acompaña a Jesús al calvario, y permanece parada cerca de la cruz, y es ella quien va en el amanecer del día de Pascua a completar la unción para el entierro que ella misma había comenzado días antes. ¿Por que María de Betania fue llamada la » la Magdalena»? ¿Porqué fue forzada a huir de Jerusalem? ¿Y qué ocurrió con el sagrado linaje sanguíneo que llevaba con ella?

He llegado a sospechar que Jesús contrajo un matrimonio dinástico secreto con María de Betania y que ella era hija de la tribu de Benjamín, cuya herencia ancestral era la tierra que rodeaba a la ciudad santa de David, la ciudad de Jerusalem. Un matrimonio dinástico entre Jesús y una hija real de los benjamitas hubiese sido percibido como una fuente de sanación por la gente de Israel durante su época de miseria como una nación ocupada.

El primer rey de Israel que se consigna, el Rey Saúl era de la tribu de Benjamín y su hija Michol fue la esposa del rey David. A lo largo de la historia de las tribus de Israel, las tribus de Judah y Benjamín han sido aliadas cercanas y leales. Sus destinos se entrelazaban. Un matrimonio dinástico entre una heredera benjamita a las tierras que circundan la ciudad sagrada y el mesiánico hijo de David hubiese impactado a la fracción fundamentalista zelota de la nación Judía.

Hubiese sido visto como un signo de esperanza y bendición durante la hora más oscura de Israel.

En la novela «El Rey Jesús»(1946), Robert Graves, investigador de mitos del siglo XX, sugiere que tanto el linaje como el matrimonio de Jesús permanecieron ocultos para todos salvo un grupo selecto de lideres leales. En orden de proteger el linaje sanguíneo real, este matrimonio debió ser ocultado de los romanos y de la jerarquía de Herodes. Luego de la crucifixión de Jesús, la protección de su esposa y familia habría sido una misión sagrada para los pocos que conocían su identidad. Toda referencia al matrimonio de Jesús habría sido deliberadamente oscurecida, cortada y erradicada. Sin embargo la esposa grávida del ungido Hijo de David habría sido la portadora de la esperanza de Israel. La portadora del Santo Grial, el sagrado linaje real.

Es probable que las referencias a María Magdalena en la tradición oral, aquella en la que se sustentó el Nuevo Testamento, fueran malinterpretadas aún antes de que siquiera se pensara en su escritura. Sospecho que el epiteto «Magdaleri» intentaba ser una alusión a el Magdaleder encontrado en Miqueas, la promesa de restauración de Sion luego del exilio. A lo mejor las primitivas referencias verbales que asociaron el epiteto Magdala a Maria de Betania no tenían relación con el oscuro pueblo de galilea como se sugiere sino que son deliberadas referencias a las lineas en Miqueas que hablan del «guardián de la torre» o de la fortaleza de la Hija de Sion que fue forzada al exilio político.

El nombre del lugar llamado Magdal-eder significa «torre del rebaño» en el sentido de lugar alto utilizado por un pastor como punto de ventaja desde el cual observar a sus ovejas.

En hebreo el epíteto magdala literalmente significa «torre» o «elevado, grande, magnífico». Este significado tendría particular relevancia si la María así llamada fuese efectivamente la esposa del Mesías. Hubiese sido el equivalente hebreo a llamarla «María la Grande» haciendo referencia al mismo tiempo a la profetizada devolución del dominio a «la hija de Jerusalem»

En una antigua leyenda francesa, la exiliada «Magdal-eder», la refugiada María que busca asilo en la costa sur de Francia es María de Betania, la Magdalena. La leyenda registra que María «Magdalena» viajando con Marta y con Lázaro de Betania, desembarca en la costa de la Provenza en Francia.

Otras leyendas acreditan a José de Arimatea como el custodio del Santo Grial, el cuál, como he sugerido podría ser el linaje sanguíneo real de Israel antes que un cáliz literal. La vasija conteniendo este linaje sanguíneo, el arquetípico cáliz del mito medieval, debió ser la esposa del ungido Rey Jesús.

La imagen de Cristo que emerge de nuestra historia es la de un líder carismático que corporiza los roles de profeta, sanador y Rey-Mesías. Un líder que fue ejecutado por las fuerzas romanas de ocupación y cuya esposa y línea sanguínea fueron secretamente sacados de Israel por sus leales amigos y transplantadas a Europa occidental a la espera de que se cumpliera el tiempo para la culminación de la profecía.13087844_486675378194374_275518024297359437_n

Los amigos de Jesús que creían fervientemente que él era el Mesías, el ungido de Dios, habrían percibido a la preservación de su familia como un deber sagrado. La vasija, el cáliz que corporizó las promesas del milenio, el santo grial de la leyenda medieval, era, he llegado a creer, María Magdalena.

Bajo las condiciones de la ocupación romana de Israel, la sagrada familia hubiese permanecido secreta y protegida a toda costa por la fracción realista en Palestina. Parece obvio que después de la crucifixión de Jesús, Maria Magdalena no permaneciera en Jerusalem. No hay mención a Marta ni a Lázaro en el libro de Los Hechos de los Apóstoles ni en las Cartas de Pablo. De todas formas es altamente improbable que alguna vez María Magdalena haya sido identificada como la viuda de Jesús. El peligro hubiese sido demasiado grande. Parece más probable que estos amigos especiales de Jesús ya no formaran parte de la comunidad de Jerusalem en el tiempo en que se escribieron las cartas de Pablo (51-63 D.C.), sin embargo su partida permanece sin explicación. Si hubiesen sido parte de la comunidad luego de la Ascensión de Jesús, sus nombres seguramente hubiesen sido mencionados en los libros del Nuevo Testamento posteriormente declarados canónicos.

En cambio sólo aparecen referencias a María Magdalena con posterioridad a la Ascensión en los Evangelios Gnósticos (de los cuales fueron hallados rollos coptos en Nag Hammadi en 1945 y en otros sitios de Egipto). Textos que confirman que María Magdalena fue una compañera íntima de Jesús. El Evangelio de Felipe dice: «Hubieron tres que caminaron con el Señor en todo momento: María su madre, su hermana (de María) y Magdalena aquella que es llamada su compañera». María Magdalena según este evangelio gnóstico encontrado en Nag Hammadi despertaba celos en los apóstoles porque ella era la compañera cercana o «consorte» del Señor, quien con frecuencia la besaba en la boca.

Está claro a partir de los cuatro Evangelios canónicos que María Magdalena gozaba de una prioridad especial en la comunidad de creyentes ya que ella fue la primera persona en ver y hablar con Jesús en el domingo de Pascua, habiendo sido ella quien corrió hasta su tumba con las primeras luces del día, para realizar los rituales para el embalsamamiento del cadáver de Jesús.

Hay siete listas en los cuatro Evangelios que nombran a la mujer que acompañaba a Jesús. En seis de los siete el nombre de María Magdalena precede al de María, madre de Jesús y a los de las otras mujeres mencionadas. Los autores de los Evangelios comenzando por Marcos, están de algún modo reflejando el status de la Magdalena en la comunidad cristiana como el de una Primera Dama

Ha tenido consenso entre los cristianos por casi dos mil años que Jesús no era un mero mago. Él era un portador terrenal del espíritu de Dios. Y que fue su poderoso carisma que inevitablemente lo condujo a su crucifixión al ser considerado un incendiario político y posteriormente a la desesperada e inmediata huida de su familia lejos de Jerusalem.

¿Qué dice la leyenda acerca de los refugios de la sagrada familia? En el Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento se consigna que la sagrada familia huyó a Egipto para evitar que su hijo fuese asesinado por el Rey Herodes preocupado por el reclamo del trono de Israel. José, el marido de María, recibió en un sueño instrucciones de huir a Egipto con María y con Jesús ( Mateo 2:13). La creencia consensuada de muchos estudiosos modernos de la Biblia, es que esto es «mitología» utilizada por el autor del Evangelio de Mateo para satisfacer las palabras del Profeta «desde Egipto llama a mi hijo» (Oseas II)

El «fósil» de la verdad en esta historia es la fuerte tradición acerca del peligro que corría el linaje sanguíneo real de Judah. Un evangelio apócrifo es la fuente de la tradición de que la vara de San José brotó como un signo de Dios de que había sido elegido como marido de María y el padre terrenal de su hijo. Pero la vara florecida que se muestra en manos de San José en las iglesias católicas de todo el mundo, sirve también para recordarnos que José era el guardián de la «simiente» que se entiende como que es Jesús mismo con base en la profecía de Isaías «Un vástago brotará de la cepa de Jesé, y de su raíz un pimpollo florecerá» (Isaias ll:1).

Sin embargo la tradición derivada de una antigua leyenda francesa nos dice que otro José, José de Arimatea era el custodio del Santo Grial y que la criatura que venía en el barco era egipcia, lo que literalmente significa «nacida en Egipto». Parece probable que luego de la crucifixión de Jesús, María, la Magdalena consideró necesario huir al refugio más cercano en salva guarda de su embarazo. El influyente amigo de Jesús, José de Arimatea pudo muy probablemente ser su protector. De ser correcta nuestra teoría, la criatura habría nacido en Egipto. Egipto era el lugar habitual de asilo para los judíos cuya seguridad en Israel estaba amenazada. Desde Judea se podía llegar fácilmente hasta Alejandría donde había comunidades judías bien establecidas en tiempos de Jesús. Muy probablemente el refugio de emergencia para María Magdalena y José de Arimatea fue Egipto. Más tarde, años más tarde, dejaron Alejandría en busca de un refugio aún más seguro en la costa de Francia.

Investigadores en arqueología y lingüística han encontrado que tanto los nombres de los lugares, como las leyendas de determinadas áreas contienen «fósiles» del remoto pasado de dichas áreas. La verdad puede estar embellecida con cambios y las historias pueden haberse abreviado por la repetición oral a través de los años, sin embargo los trazos de la verdad permanecen en forma de fósiles, enterrados en los nombres de las personas y de los lugares.

En el pueblo de Les Saintes-Maries-de-la-Mer en Francia hay un festival desde el 23 al 25 de mayo de cada año en honor a Santa Sarah la egipcia, también llamada Sara Kali «La Reina Negra». Una investigación prolija revela que este festival originado en la época medieval, es en honor a la criatura egipcia que acompañó a María Magdalena a Marta y a Lázaro, quienes llegaron en un pequeño bote que recaló en esa localidad aproximadamente en el año 42 d.c. La gente parece haber asumido que la niña, siendo egipcia, tenía la tez oscura y en postreras interpolaciones que debe haber sido sirvienta de la familia de Betania ya que no había otra explicación razonable para su presencia.

El nombre Sara significa «reina» o «princesa» en hebreo. Esta Sarah es caracterizada en las leyendas del lugar como «una joven» no mayor que una niña.

Tenemos entonces en una pequeña aldea costera en Francia, un festival anual en honor a una joven de piel oscura llamada Sarah. El fósil en esta leyenda es que el nombre de la niña es «princesa» en hebreo.13103488_486675351527710_3039951123684110791_n

Un hijo de Jesús nacido después de la huida de María Magdalena a Alejandría tendría alrededor de doce años de edad en la época del viaje a la Galia registrado en la leyenda. Ella como la princesa del linaje de David, es simbólicamente negra «no reconocida en las calles» (Lam.4:8). La Magdalena misma era el Santo Grial en el sentido que ella era el cáliz o vasija que alguna vez portó el linaje sanguíneo real en su útero.

La negritud simbólica de la novia en Cánticos y de la princesa davídica en Lamentaciones se extiende a esta oculta María y a su hija. Aparentemente el festival de la princesa negra Sara Kali es en honor de esta misma niña simbólicamente negra. Es probable que aquellos en siglos posteriores que conocían esta leyenda y la identidad de la Magdalena como esposa de Jesús la hayan asociado con la novia negra de Cánticos. Ella era la Hermana-Novia del Amado. Su «negritud» podría simbolizar su condición de oculta. Ella era la reina desconocida, no-reconocida, repudiada y vituperada por la Iglesia a través de los siglos con la intención de negar el linaje sanguíneo legítimo y mantener su propia doctrina de la divinidad y el celibato de Jesús.

Su negritud es también una referencia directa a la depuesta princesa davídica de Jerusalem: «Más brillante que la nieve su princesa, más blanca que la leche….. ahora su apariencia es más negra que el hollín, no son reconocidas en las calles»(Lam.4:8)

En nuestros símbolos, en nuestros mismos nombres de personas y lugares, en nuestros rituales y leyendas permanecen enterrados los fósiles de la verdad.

Comprendido esto, es plausible que «la huida a Egipto» fuese la de «otro José», José de Arimatea y de»otra María», María Magdalena para proteger al niño aún no nacido de Jesús de los romanos e hijos de Herodes después de la Crucifixión. Las discrepancias en la historia y la obvia brecha generacional puede entenderse fácilmente a la luz del peligro al linaje sanguíneo – que requería el mayor de los secretos a su entorno – y también a la luz del lapso transcurrido antes de que la historia comenzara a escribirse. Parece ser éste otro caso de la formación de un mito a causa de lo peligroso que podría resultar la divulgación de la verdad.

En resumen, las dos refugiadas reales desde Israel, madre e hija, pudieron lógicamente ser representadas en el temprano arte europeo como madre e hija de piel negra, las escondidas. Las Madonas Negras de los primeros santuarios en Europa (siglos quinto a doceavo) pueden haber surgido en veneración simbólica a esta otra María y a su hija, el Santo Grial que José de Arimatea llevó para su seguridad a las costas de Francia.

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